Follow me on Twitter RSS FEED

LE BEAU MARIAGE (Eric Rohmer, 1982) {LA BUENA BODA}

Posted in By From Hell 0 comentarios



FICHA TÉCNICA
Guión y Dirección; Eric Rohmer,    Productor; Margaret Ménégoz
Fotografía; Bernard Lutic   Música; Ronan Girre, Simon des Innocents
País; Francia   Duración; 97 min

REPARTO
Sabine; Béatrice Romand
Edmond; André Dussolier
Clarisse; Arielle Dombasle
Simon; Feodor Atkine


SINOPSIS

     Sabine (Béatrice Romand) estudia historia del arte. Tras romper con su amante Simon, un pintor casado y con hijos, decide casarse sin todavía tener un pretendiente serio porque según ella lo importante es tomar la decisión y después salir a buscar el marido. Clarisse (Arielle Dombasle), una amiga artesana de Sabine residente en Lemans, le presenta a su primo Edmond (André Dussolier), abogado sin compromiso sentimental. Sabine queda prendada de Edmond y lo convierte, sin relación previa, en su candidato para casarse. Edmond se siente atraído por Sabine, pero empieza a adivinar las serias pretensiones de ella y asustado se refugia en su trabajo de Paris. Sabine continuará su lucha por atraparlo.


                                                          Eric Rohmer


LA IMPETUOSIDAD TRAS EL JARDÍN OTOÑAL

     Le Beau Mariage / La Buena Boda, segundo capítulo del ciclo Comedias y Proverbios, se localiza en París y en el bello casco antiguo de la ciudad de Lemans, bajo la evocadora y melancólica estación del otoño.
     La cita que abre el film es de La Fontaine y dice; “Quel esprit ne bat la campagne ? / Qui ne fait châteaux en Espagne ?” (Literalmente; “Qué alma no recorre los campos / quién no hace castillos en España” que traduciríamos más libremente por "quién no hace castillos en el aire"). Los antiguos franceses creían que construir "un castillo en España" era solamente una ilusión ingenua e imposible; un país rival, poderoso y en extremo beligerante; nosotros los españoles algo más ambiciosos e irracionales soñamos con hacerlos en el aire, pero el resultado es el mismo, pues todo acaba en pura ilusión a falta de base sólida y raíces que sujeten nuestros sueños y esperanzas.
     Sabine se nutre de sueños y esperanzas como todos, pero en vez de luchar poco a poco e ir construyendo los cimientos, prefiere invertir la forma; primero casarse en abstracto, luego buscar el pretendiente; "joven, rico y guapo". No deja que su relación con Edmond crezca y madure para luego determinar si casarse es una idea adecuada, sino una vez tomada la decisión pretende que el abogado se amolde a su descabellado plan y sufre cuando éste no da señales de vida, siempre ocupado en su despacho parisino de abogados. Sabine es algo quijotesca pero más interesada y menos altruista que el personaje de Cervantes, aunque en el fondo igual de ingenua. 

                                                         Sabine (Béatrice Romand)
    
     Rohmer elige, de entre sus actrices, a Béatrice Romand con su mirada locuela y carácter apasionado, lejos de la más retraída y distante Marie Rivière, su otra actriz fetiche. A las dos las reunirá en Conte d'Automne {Cuento de Otoño} (1998) (otra vez el otoño), convertidas en mujeres maduras pero dispuestas a entrar en un juego amoroso con un desconocido. 
    Béatrice Romand en el rol de Sabine realiza una actuación notable y a pesar del infantilismo y egoísmo del personaje, consigue conmovernos en la excelente confrontación final con Edmond en su despacho de París. 


                        La plasticidad lánguida de Rohmer aparece esporádica entre la naturalidad.

     Resulta tentador pensar que en Sabine todo es producto de una veleidad pasajera pero, al final del film, Rohmer deja claro que para ella su voluntad de casarse es férrea y simplemente se ha equivocado de hombre. Sabine, en cuanto consuma su ruptura con Edmond, encuentra a otro joven pretendiente en el tren; el mismo hombre que vimos al principio del film con un pañuelo verde. Rohmer cuestiona los caprichos de Sabine, pero deja deslizar que podrían funcionar con el segundo pretendiente del tren, con lo cual el azar vuelve a jugar un papel importante en la filmografía del cineasta francés; los pensamientos de Sabine son absurdos, pero que no dieran fruto con Edmond no significa que no puedan conseguirse con el joven del tren. Tanto vale el azar como la razón. Bajo la moralidad tajante de Rohmer, late una creencia profunda en el destino que su inteligencia trata de racionalizar bajo el signo de la casualidad o el azar, pero Rohmer es católico y profundamente creyente y las fuerzas que rigen el destino tienen cabida en sus films, aunque disfrazados de elementos racionales a gusto del intelectualismo francés.


                                           Romand junto a Arielle Dombasle (Clarisse)

     La amiga de Sabine, Clarisse, interpretada por Arielle Dombasle, es la celestina de La Buena Boda. Clarisse concede una oportunidad para Sabine presentándole a su primo Edmond, un romance a la manera convencional, pero ésta última sólo desea casarse. Clarisse advierte varias veces a Sabine que "uno no puede casarse en abstracto", de la misma manera le previene que Edmond no tiene intención de casarse y se asustará si ella muestra su propósito al inicio de la relación, son consejos que tratan de poner los pies en el suelo a su amiga. Sin embargo, también Clarisse aviva el fuego en la huida de Edmond, cuando anima a Sabine a llevar siempre la iniciativa en la relación, le asegura; "como todos los hombres de acción, Edmond es descuidado en asuntos del corazón". Tras esta recomendación, Sabine, que dudaba en ser demasiado pesada o atrevida molestando a Edmond, lo 
llama insistentemente consiguiendo lo contrario de su objetivo; alejarlo y ponerlo a la defensiva.


                                                          Las bellas y empedradas calles de Lemans

     Y aquí es donde entra André Dussollier, interpretando a Edmond, en una de las mejores interpretaciones que yo haya visto, cosa que no sólo es fruto del talento del actor sino también de la sabia dirección rohmeriana capaz de extraer de cualquier intérprete, conocido o no, algunas de las mejores actuaciones de la historia del cine. Al contrario que Béatrice Romand o Arielle Dombasle (o Marie Rivière), magníficas actrices rohmerianas que fuera de la filmografía de éste no han mantenido una calidad y repercusión artística comparable, André Dussollier en 1982 atesoraba una carrera en ascenso y la continuó con el mismo éxito y calidad fuera del universo rohmeriano. Con todo, me parece la mejor interpretación que le he visto. Dussollier, constantemente busca con la mirada el fuera de cuadro; su deseo es huir y tomar aire para respirar. Escucha escéptico y curioso, añadiendo un nota divertida de coquetería por la atención que le predica el personaje de Béatrice Romand, pero poco a poco esta pose va tornándose incómoda. El culmen de esta incomodidad (más tarde confesada por el propio Edmond) transcurre durante la fiesta de cumpleaños de Sabine, en la casa de su madre. Dussolier transmite de manera fehaciente esa incomodidad al espectador, que en seguida logra ponerse de su lado, porque nosotros como él somos extraños en la casa familiar de Sabine y podemos ser igualmente examinados por la mirada de la madre de ésta.


                         La Fiesta de Cumpleaños; un incómodo Edmond ante la madre de Sabine
     
     Precisamente, dentro de la secuencia de la fiesta de cumpleaños, la escena en el dormitorio de Sabine presenta dos momentos cruciales y distintivos entre sí. Edmond observa la habitación infantil de Sabine y comenta que le hubiera gustado guardar las cosas de su infancia, trata de ser cortés pero en el fondo examina el infantilismo de Sabine, sin embargo, también es el momento del film que siente una mayor ternura por ella. Cuando se sientan, él toma la mano de la chica; la naturalidad del plano y la actuación de los interpretes aporta un instante mágico, de esos que Rohmer defiende en el libro "Cine de Prosa vs Cine de Poesía", junto a Passolini como defensor del cine de poesía. Rohmer a través de la naturalidad deja que la poesía surja, sin buscarla premeditadamente valiéndose de poses reflexivas o planos simbólicos como Passolini. Rohmer sí defiende la poesía como aparición espontánea, al contrario de lo que muchos creen leyendo sólo el título del libro o fiándose demasiado de su puesta en escena natural y en apariencia sencilla, pero cree en el camino de la prosa. Este bello momento entre Béatrice Romand y André Dussollier pareciera que va a cambiar el transcurso del film, si no fuera porque la hermana pequeña de Sabine entra en el dormitorio interrumpiéndoles para avisarle de que se marchan algunos invitados. Edmond se levanta alertado y le dice a Sabine que se tiene que ir. Ella sólo desea regresar a ese instante de felicidad y continuarlo, pero él se niega esgrimiendo excusas para no quedarse. Edmond gracias a la interrupción, es decir al azar, ha despertado de su hechizo, del único lapso donde su espíritu flaqueó ante Sabine y pone pies en polvorosa para huir de una mujer cuya intención era presentarlo en sociedad como su prometido no voluntario. El azar nuevamente juega un papel determinante en el cine de Rohmer.


                          El momento de mayor acercamiento sentimental entre Sabine y Edmond

     Edmon durante casi toda la película esconde sus verdaderos sentimientos e intenciones tras la cortesía y la huida. Solamente en la recta final del film, en la última aparición de André Dussolier, podemos observar sus verdaderos gestos, típicos en un hombre inteligente y de acción como decía su prima Clarisse. Edmond defiende su discurso de manera jurídica y profesional; tras su palabra correcta y bien argumentada, sus sentencias son firmes, duras y aunque el tono educado pueda dejar entrever cierta hipocresía, finalmente dice lo que siente y desea. Esta vez quien escucha es Sabine mostrando disgusto contenido (estupenda Romand por la contención expresiva), mientras Dussolier, como actor, toca el cielo con un virtuosismo propio de un superdotado.


                               La mirada de Edmond (Adré Dussolier) cambia en su despacho 


LA AMBIENTACIÓN

    En el universo fílmico de Rohmer, la ambientación cobra un sentido más amplio que en otros directores; su obsesión por el tiempo en el que transcurren sus historias y la verosimilitud con que las plasma, le llevaban a interrogar al servicio de meteorología. Su cine no es un cine de estudio, sino rodado en localizaciones reales, según las normas de la Nouvelle Vague. Rohmer, antes del rodaje, podía pasar varios años visitando localizaciones y comprobando como la lluvia, el viento o el sol incidían en ellas. En el cine convencional, el encargado de localizaciones es quien busca el lugar idóneo y luego el director da el visto bueno. Eso es impensable con Rohmer y yo lo comparto.
 

     El film divide sus localizaciones en Lemans y sus afueras, París y algunos lugares bucólicos y campestres. La zona elegida en Lemans es su casco histórico con sus empedradas calles mojadas por el rocío o la lluvia otoñal. Rohmer elige las calles jalonadas por tiendas de antigüedades y artesanía. Personalmente, siento un grato placer paseando por las calles de cualquier ciudad donde se agrupa el gremio de vendedores de antigüedades, creo que allí se germina una energía especial. En Lemans, Rohmer prefiere las últimas horas de la tarde con luz tenue, observándose en el interior de las tiendas algunas lámparas encendidas con luz amarillenta. 


                                           La tienda de antigüedades donde trabaja Sabine

     Sabine trabaja en una bonita y sobrecargada tienda de antigüedades, donde el color oscuro de la madera lo inunda todo. Con esta plasticidad armónica, Rohmer potencia la sensación otoñal del film y, a la vez, profundiza en la psicología del carácter de Sabine; pues su madre la califica de antigua por su manera de pensar, propia de las mujeres del siglo XIX. 



     Es una delicia contemplar los objetos desparramados por la tienda creando un tono cromático. La jefa de Sabine viste un abrigo y un bolso del mismo color marrón que impregna su tienda. Pero Sabine viste muy diferente; los colores de su vestimenta no encajan armónicamente en el cromatismo general de la tienda y Rohmer, atento a todos estos detalles, nos sugiere y anticipa lo que luego vamos a ver; Sabine dejará su trabajo tras sufrir una reprimenda de su jefa. La tienda no es lugar para Sabine, por mucho que su carácter pertenezca al s.XIX.
El estudio de artesanía de Clarisse guarda similitudes cromáticas con la tienda donde trabaja Sabine. Es un lugar retro, vintange, rústico diría. Allí Clarisse elabora distintos objetos y lámparas con pinturas originales que luego vende. Clarisse llega a ofrecerle a Sabine un puesto para ayudarla con las lámparas. El ambiente, las calles, el estudio donde se mueve Clarisse es el mismo de Sabine y la oferta para trabajar allí es prolongar su estadía en ese ambiente cerrado, nostálgico y tradicional.




     En este film se halla una de las escenas más hermosas de la filmografía de Rohmer y por ende de la historia del cine. Transcurre en una casa de campo, en la fiesta de la boda de la familia de Clarisse (Pascal Greggory, actor rohmeriano, aparece en un pequeño papel). Clarisse presenta a su primo Edmond a Sabine y juntos salen al mirador de la casa donde el viento agita los campos otoñales. El cielo anubarrado de matices violetas, grises y un azul bellísimo contrasta con los valles verdes y la piedra rústica del emplazamiento. El viento sacude los cabellos de los actores mientras ellos apenas pueden mantenerse la mirada, presos de la atracción y curiosidad que sienten el uno por el otro. No es una postal, es un momento real, vívido, único e impresionista captado por el maestro Rohmer. 



     
     El azar interrumpe de nuevo este mágico momento cuando avisan a Edmon de que alguien le llama por teléfono. Los dos vuelven a entrar en la casa, Edmon deja la sala de estar para tomar el teléfono y Sabine se queda mirando por la ventana el idílico paisaje. Pero Edmon se retrasa y no regresa ante la impaciencia de Sabine. 



     Clarisse advirtiendo que su amiga está sola, sale a buscar a Edmond al jardín y aquí aparece el más hermoso plano de la película; rodeada de campos verdes y árboles de hojas trémulas, Clarisse busca Edmond por entre los recodos del jardín, cuya línea divisoria se pierde en las frondas del horizonte. Contempla unos niños jugando y el viento agita su falda, de repente un rayo de luz mortecino y dorado aparece inesperadamente iluminando parte de la escena, como si la última posibilidad de luz y calor se despidiesen para dejar paso a la noche; igual que la oportunidad amorosa de Sabine se desvanecerá cuando le comunican que Edmond se fue sin despedir porque le ofrecieron un coche. La escena parece sacada de un cuadro de Antoine Watteau. Poesía pura, sin forzar nada.








    
     Otra bucólica escena aparece cuando Edmond y Sabine acuden a comer a un restaurante adaptado dentro de un antiguo molino. Rohmer consigue que las escenas del interior del molino sean tan hermosas como las exteriores, para ello se vale de los contraluces creados por los ventanales.
En esta escena, el personaje de André Dussollier escucha largo tiempo a Sabine, mientras ella habla fuera de cuadro. A Rohmer le interesa más la gente escuchando que hablando, pues en su cine los personajes cuando hablan suelen mentir. Por la mirada y gestos de Dussollier podemos adivinar muchas de las sensaciones de Edmond.

                                      André Dussolier escucha en el restaurante del molino.


     Diametralmente opuestas son las localizaciones de la casa de un antiguo novio de Sabine y de las calles de París adyacentes al despacho de Edmond. En el primer caso, se trata de un conglomerado de pisos de clase media que evidencian la situación económica del ex novio de Sabine, un humilde profesor felizmente casado con su mujer. Sabine le reprocha su falta de ambición y le comenta lo bien situado que está su nuevo prometido. Su ex le reprocha a ella su "arribismo". La prosaica localización es bella a su manera porque es real y nos adentra en un apartamento de clase media baja. En el exterior del edificio Rohmer panea la cámara para que veamos lo apretado de la construcción repleta de vecinos.


                                                  El apartamento de su antiguo novio

     Cuando en el acto final del film, Sabine se desplaza hasta París para ver a Edmond observamos una calle descuidada, algo sucia y sacudida por el viento. Lejos de resultar anti estética, Rohmer consigue captar los matices de la luz otoñal sobre la calle, donde se ve un coche destartalado, un cartel descuidado y las hojas caídas. Es un momento impresionista y posee la belleza de la captación del instante, bien lejos del recurso de postal.


                                              Béatrice Romand por el París urbano



EL FINAL

     Tras la extensa exposición de Edmond sobre sus razones para no contestar a las llamadas de Sabine, nos encontramos con una escena puente donde Clarisse y Sabine analizan el fracaso de la relación. Sabine insinúa que parte de la culpa fue de Clarisse y que realmente nunca le gustó Edmond. 
     
     La siguiente y última escena cierra de manera circular el film del maestro y se sitúa en el tren que toma cotidianamente la protagonista. Allí vuelve a encontrarse con el joven de pañuelo verde con el que suele intercambiar miradas. Esta vez las miradas se mantienen más tiempo, llegando a las sonrisas abiertas, lo que sugiere que terminarán por hablar. Al joven parece atraerle la impetuosidad y atrevimiento de la mujer, quizás anunciando ser proclive a los descabellados planteamientos de Sabine, quién, como casi todos los personajes de Rohmer, no parece haber aprendido demasiado de la experiencia. 


                                               Siempre puede pasar otro tren para Sabine

    De esta forma, y sin boda aparente, concluye Le Beau Mariage (La Buena Boda). Uno de los films más hermosos y naturales del maestro, donde la poesía surge de la prosaica cotidianidad y se eleva hasta estadios de profunda filosofía.




Cristián Sandre
30/11/2018






JOHNNY ANGEL (E.L.Marin, 1945) {CAPITÁN ANGEL}

Posted in By From Hell 0 comentarios


FICHA TÉCNICA 
Director; Edwin L. Marin   Productor; W.L.Pereira, Jack J.Gross
Guión; Franck Gruber, Steve Fisher  
Basado en Mr Angel Comes Aboard de Charles Gordon Booth
Fotografía; Harry J. Wild
Música; Leight Harline   Canción; Hoagy Carmichael
Productora; RKO   País; USA     Duración; 79 min

REPARTO
Johnny Angel; George Raft 
Lily Guftafson; Claire Trevor 
Paulette Girad; Signe Hasso
Sam Jewell; Lowell Gilmore 
Celestial O'Brien; Hoagy Carmichael


SINOPSIS

     Un barco fantasma a la deriva es hallado por el Capitán Mercante Johnny Angel (George Raft) quien en seguida comprende se trata del barco de su propio padre, trabajador en la misma línea naval. En el barco no hay rastro de la tripulación ni de su padre, pero encuentra un zapato femenino que Angel relaciona con una mujer que el Capitán del muelle vio salir corriendo a través del mismo andén .
     Angel, al arribar en Nueva Orleáns, busca al único superviviente del barco, la mujer del zapato (Signe Hasso) y ella le informa que el padre de éste transportaba 5 millones de dolares en lingotes de oro.


                                                        Edwin L. Marin, director

NEW ORLEANS ENVUELTA EN UNA ATMÓSFERA EVANESCENTE

     La primera vez que vi Johnny Angel iba algo bebido, como en tantas películas descubiertas los fines de semana de mi juventud. Fue en viernes amarillo, regresé antes de lo previsto y no tenía demasiado sueño, me apetecía un film clásico, modesto, de poca duración, noir y en blanco y negro. Cuando uno viene cansado y con copas de más no posee demasiada concentración, los colores estridentes son rehuidos por una fatigada visión. El cine negro ofrece una ambiente acogedor en estos casos, pero Johnny Angel (Capitán Angel) contiene la particularidad de una atmósfera más suave, evanescente y aterciopelada que otros films noir con estética más contrastada y dura.
     En aquellos tiempos estaba descubriendo a George Raft, quien iba a ser mi actor fetiche. Me agradaba su desconocimiento popular a pesar de su estrellato contrastado. Casualmente, los primeros films que vi de Raft fueron interpretando a marinos y no a gánsteres, su especialidad reconocida. Pero en realidad, los personajes de Souls At Sea {Almas en el Mar} (H.Hataway, 1937) y Spawn of the North {Lobos del Norte} (H.Hathaway, 1938) no son marinos arquetípicos sino gánsteres camuflados o al menos, tipos de mal vivir con tierno corazón, rufianes de buen fondo, todo lo contrario del personaje de Johnny Angel, un detective privado encubierto de marino, siguiendo la moda de los años 40.




     1945 fue un año decisivo para Raft, consiguió uno de los mayores éxitos de su carrera con Nob Hill (H.Hathaway), una de las películas mas taquilleras del año pero también, desde mi parecer, el trabajo menos memorable del tándem Hathaway-Raft. El film contenía la curiosidad de ser el primero de George Raft rodado en color, tras una carrera consagrada al B/N. Las películas de Raft siempre habían dado dinero, pero, a excepción de Nob Hill, no conseguía un éxito tan rotundo desde el hit de Warner; Manpower (R.Walsh, 1941). Su fichaje por la humilde RKO (tras dar tumbos por la Universal) no ofrecía buenas expectativas, tenía 50 años y la productora lo destinaría a modestas producciones A o incluso, quién sabe, si a la serie B. Pero Johnny Angel sería un éxito inesperado con un beneficio de $ 1,192,000. Irónicamente, el año que muchos citan como la decadencia comercial de Raft, sea con probabilidad el de mayor éxito de su carrera tras 1937, su cenit como estrella. A los números me remito, igual habría que revisar alguna enciclopedia o blog despistados...




     Los días como estrella no habían acabado para George Raft en 1941 
por sus rechazos de guiones importantes en beneficio de Bogart, como muchas biografías de éste señalan (y copiones de google). "Los números cantan" que diría Josep Maria Pou en Anillos de Oro. Podemos establecer tres años mágicos para Raft; 1932, año de su revelación como actor en Scarface y estrella en Night After Night; 1937, su top star siendo el tercer mejor actor pagado de Hollywood y 1945 con dos de sus películas más taquilleras; Nob Hill y Johnny Angel, la primera una producción importante pero de resultado anodino, la segunda una humilde serie A noir, pero a mi parecer, una obra de mayor envergadura artística.




     Cuando la RKO compra los derechos de la obra escrita por Charles Gordon Booth, el papel principal iba a ser para Pat O'Brien (difícil imaginar al fervoroso Padre O'Brien sacándose la sotana y dando tortas por los muelles de Nueva Orleans). Más tarde se decide que el protagonista va a ser George Raft, nuevo fichaje de la RKO, y la primera elección como director recayó en Ray Enright. Afortunadamente, Edwin L. Marin fue el elegido definitivo e inauguraría una memorable colaboración con Raft sembrada de clásicos del cine noir. Otra afortunada elección fue el contrato del cantautor de jazz Hoagy Carmichael para interpretar al taxista. Completan el reparto la exótica Signe Hasso, un expresivo Lowell Gilmore y la siempre creíble todo terreno Claire Trevor.


                                                  Claire Trevor y George Raft

     La niebla acompañada de la tensa e impresionista música del infravalorado Leight Harline ya indican que nos encontramos ante un film humilde pero apuntando maneras de clásico inesperado. Edwin L.Marin siempre comienza sus films con impacto visual cuyo ejemplo más notorio es Nocturne (1946) en la escena del asesinato del pianista, pero en Johnny Angel la presentación no le va demasiado a la zaga; la cámara se acerca por medio de la grúa al barco de Raft, hasta encajar un primer plano de su rostro mirando por unos prismáticos, presentación de estrella, de uno de los mitos del cine negro. 
     El guión no deja de resultar placentero a un fetichista; lo único que encuentra Johnny Angel en el barco de su padre es un zapato de mujer y ninguna aparece en la lista de abordo. Según la descripción del capitán del muelle que vio a una mujer salir del barco, Raft acude en su busca con la ayuda de un solícito taxista interpretado por el músico Hoagy Carmichael, quien venía de debutar en To Have and Not To Have {Tener y No Tener} (H.Hawks, 1944) cantando con Lauren Bacall al piano. Con el zapato en la mano, el Capitán Angel va buscando a su cenicienta por tugurios marinos, sórdidas tabernas y hostales de mala nota, no demasiado alejados de los antros por donde se movían anteriores personajes de Raft como Steve Brodie en The Bowery {El Arrabal] (R.Walsh, 1933) o Podwah en Souls At Sea. Al encontrar a la chica, una guapa Signe Hasso, Angel le quita su zapato colocándole el otro a la fuerza, encajando perfectamente. A partir de ahora, su cenicienta le confesará la oscura trama (el dinero, siempre el dinero) causa del asesinato del padre de Angel.


                                                       Raft y Signe Hasso

     La empresa naval para la que trabaja Raft está dirigida por Lowell Gilmore dominado por dos mujeres, especialmente, una femme fatale Claire Trevor como siempre al pie del cañón en cuestión de actuaciones memorables. Poco a poco, la trama va sacando, del fango pantanoso de New Orleans a la superficie luminosa, la envidia que siente Gilmore por Angel desde que se conocieron en la infancia. Gilmore se muestra tremendamente expresivo durante todo el film, sobre todo, en el final donde su voz lastimosa agarrando el arma ante Raft y Trevor impresiona por su técnica interpretativa.
     Todo el film se halla imbuido de una atmósfera densa y suave, aterciopelada como un sueño narcótico y nebuloso; un trabajo fino y admirable de Harry J. Wild. Los paseos por la naturaleza de Raft con Hasso, cuando ella le narra la historia del barco, poseen una sensación de realidad tangible donde la humedad y la luz crean un marco incomparable filmado por Wild.
     
     Durante todo el film, Hoagy Carmichael, el taxista, juega con un aparato que todavía no sé qué diantres es. Los va regalando a un niño de color y a la propia Hasso; en otra de las escenas, Raft, poco dado a los juguetes, se lo destroza sin intención al tomar al taxista por la solapa y al darse cuenta del rostro afectado de Carmichael, le pregunta si ese chisme puede arreglarse a lo que este último contesta ya más contento que si. 
    Para todos los aficionados al jazz, la presencia de Carmichael es todo un aliciente. No sólo se dedica a actuar, sino que compuso la canción Memphis in June que interpreta al piano en la casa de un vecino somnoliento. Sin duda, uno de los mejores temas del compositor de Stardust, quien cada vez que aparece en una pantalla me alegra la vida.


                              La voz de Hoagy siempre fue susurrante, demasiado para el tipo de al lado


                                            Hoagy Carmichael, taxista de Raft full time

     La banda sonora de Leigh Harline es incisiva y misteriosa. No llega al nivel de Nocturne (1946), siguiente film Marin/Raft, que luego Harline compondría y cuya música me parece una obra maestra, pero la BSO de Johnny Angel es más que apreciable al sumar el diligente y descriptivo trabajo de Harline al bucólico y evasivo de Carmichael.


                                                   
     La actuación de George Raft, desde mi parecer, es de las mejores de su carrera; sobria, dura, con una frialdad impasible que esconde el corazón herido por la muerte de su padre. Una lección de interpretación cinematográfica basada en la sobriedad y la contención, algo que ya podrían imitar algunos actores muy subidos de tono tan elogiados por aquellos que necesitan de histrionismos exacerbados para entender una gran interpretación.     
Destacar las escenas de acción de Raft, siempre muy realistas por su formación en boxeo, pero que en este film poseen una brusquedad, rapidez y fisicidad superior a la media de entonces. El propio Raft en 1945, con 50 años, había perdido bastante peso, recuperando su estilizada figura de Scarface y Night After Night, tras unos años con sobrepeso que le costaron las criticas de sus fans y de los estudios. Poco le duraría; en un par de años Raft volvería a engordar de nuevo, le gustaba demasiado la juerga y el buen comer.




     Así como Edwin L. Marin es un director con principios meticulosamente planificados en sus films, sus finales suelen resultarme abruptos y no del todo redondos. En este caso, la escena de los personajes sentados y jugando al chisme de Carmichael no me resulta extraordinaria, aunque tampoco mala, pero siendo un film clásico de gran nivel como pienso es este Johnny Angel, esperaba una puntilla más elaborada desde el punto de vista artístico. Me pasa exactamente igual con el final de la obra maestra Nocturne (Edwin L. Marin, 1946).

     El film fue un éxito inesperado y Raft rodaría tres thrillers más para la RKO y supondría el inicio en la relación Edwin L. Marín/George Raft, dejando memorables films noir de bajo presupuesto. Aunque en su momento las criticas fueron mayormente positivas, no ha sido hasta hace poco que un sector de los historiadores cinematográficos y críticos han revalorizado la obra de Edwin L. Marin, en especial, sus trabajos con Raft. Personalmente me sumo a esta merecida tendencia, mientras me voy silbando Memphis in June a brindar con ron on the rocks por la juventud perdida y los clásicos menores que hacen la vida más soportable.



Cristián Sandre, 28-11-2018







LORCA, MUERTE DE UN POETA (J.A.Bardem, 1987) RTVE

Posted in By From Hell 0 comentarios




UN POCO DE HISTORIA

Ideología de Lorca
   
    Aún a día de hoy, la muerte de Federico García-Lorca despierta enconados enfrentamientos de opinión, hasta el punto de opacar el grueso de su inmortal poesía o la fuerza atávica de su dramaturgia. El asesinato del poeta, terriblemente injusto, como el de tantas personas anónimas caídas en ambos bandos, ha constituido un emblema del que se ha apropiado la izquierda radical. Pero, en realidad, no pocos amigos de Federico pertenecían a la ideología conservadora o incluso a la derecha católica más recalcitrante; en palabras de su amigo íntimo Salvador Dalí (verdadero amor, no correspondido, de la vida de Lorca) “Federico era la persona más apolítica del mundo”. 


                                                       Lorca con Dalí en Cadaqués.

    Seguramente, la aseveración de Dalí sea exagerada pero no enteramente equivocada; Lorca nunca fue un “rojo”, pero sí un simpatizante de la República. El propio poeta se definió como “anarco-católico”, algo demasiado ambiguo (pero humanamente comprensible) para aquellos tiempos revueltos. Está comprobado que Lorca se esforzó por no alistarse ni comprometerse con ningún partido político.     
    Según su amigo falangista Luis Rosales o el comunista Celaya, Lorca mantuvo una relación amistosa con José Antonio Primo de Rivera fundador de la Falange. Ambas personalidades, según palabras de estos escritores, prefirieron privatizar su amistad para no despertar equívocos, odios o decepciones. La izquierda intelectual conocida del poeta negó esta amistad, pero no deja de resultar curioso que dos personalidades encontradas como la de Celaya y Rosales coincidan en este punto. 
    Lorca fue simpatizante de la República, lo cual no quiere decir que fuera izquierdista o, mucho menos, comunista pues en la República convivían diferentes sensibilidades, como republicanos conservadores o cristianos. Sentía confraternidad con los pobres del mundo, confesando que para terminar con todos los crímenes y desordenes acaecidos en los primeros días de la guerra civil, deseaba una dictadura militar, no por ideología fascista sino para detener el derrame de sangre. Federico fue ante todo un artista sensible al dolor humano y la injusticia, no un activista político ni un prosélito.


                                                          Lorca y Luis Buñuel

Causas de su muerte

    La miniserie  expone la línea de investigación estudiada por Ian Gibson en sus biografías, donde una denuncia de Ramón Ruiz Alonso acusa al poeta de masón, comunista, espía de Moscú, homosexual (lo único cierto) y otra serie de acusaciones que el falangista Pepiniqui Rosales calificará de mentiras y calumnias ante la autoridad militar del comandante Valdés. Es decir, se opta por la línea ideológica pero admitiendo que el perfil político de Lorca parecía insuficiente como para enviarlo al paredón, debiendo engrosarlo con alucinados inventos. En mayor o menor medida, Ruiz Alonso aparece en las diferentes hipótesis sobre la muerte de Lorca. 


                                                         Ramón Ruiz Alonso

     Ramón Ruiz Alonso, en 1936, era un ex diputado de la CEDA, partido de derechas fundado por Gil Robles. Y no deja de resultar sorprendente su inquina hacia Lorca para inventarse un perfil tan “rojo” del poeta. ¿Envidia? ¿Homofobia? ¿Odio hacia todo lo que no sea bando nacional? En la serie de 1987 se sugiere sutilmente esta vía. Pero con los años, diferentes investigaciones han ido revelando nuevos datos que encajan mejor con una denuncia tan delirante; Lorca se escondía en casa de los Rosales, influyente y notoria familia falangista, gracias a su cercana amistad con uno de los hijos, el posterior premio Cervantes, Luis Rosales. Años antes, Ruiz Alonso mantuvo un altercado con los hermanos Rosales cuando Pepiniqui, uno de los fundadores de Falange en Granada, le impidió la entrada en su partido hasta el punto de sujetar a Ruiz Alonso por la solapa. Son conocidas las disputas entre Falange Sindicalista y la CEDA, por mucho que postulasen en el mismo bando de la guerra. 

José Rosales (Pepiniqui)
     Si Ruiz Alonso deseaba vengarse de los Rosales, la acción de presentarse en casa de éstos con una supuesta orden y llevar detenido a su invitado ante la comandancia, suponía un agravio directo contra la autoridad e influencia de la familia falangista. La matriarca de los Rosales, Esperanza Camacho, mujer valiente donde las haya, no dejará que saquen a Lorca de su casa sin la presencia de ningún varón de su familia, hasta que acude su hijo Miguel. Con el poeta detenido en la comandancia, Pepiniqui, el hermano con mayor influencia en la Falange, llegará a enfrentarse ante el Comandante Valdés en un momento de extraordinaria tensión, hasta el punto de tomar pistola en mano (la serie retratará con mucha fortuna esta escena aunque omitirá el detalle de la pistola). Según el investigador Vidal-San Juan, Pepiniqui volverá al día siguiente con una orden de libertad del gobernador militar para sacar a Lorca, pero Valdés le engañará diciéndole que el poeta no está allí porque ha sido trasladado. Luis Rosales se encontrará con Ruiz Alonso y le preguntará si él es el responsable de la detención de Lorca. Ruiz Alonso responderá que la detención y denuncia es bajo su única y absoluta responsabilidad y Luis se lo hará repetir hasta tres veces, ordenándole que se cuadre. Otro momento tensional, pues Ruiz Alonso era hombre de fuerte carácter, brusco y viril (décadas después llegaría a amedrentar a un joven Ian Gibson en una entrevista). Tras la confirmación telefónica de Queipo de Llano, autoridad militar de la Región Sur en Sevilla, el poeta granadino estará sentenciado.

     En 1980 se empezó a elucubrar una teoría donde rencillas familiares pudieran ser la verdadera causa del crimen. Gibson, desconocedor por aquel entonces de esta línea de investigación, no descartó esta posibilidad en el programa La Clave de José Luís Balbín. Mucho tiempo después, en 2015, Miguel Caballero presenta pruebas y datos sobre la participación de varios miembros de la familia Roldán, primos de Lorca, en su fusilamiento. El motivo habrían sido las rencillas por unas tierras propiedad del padre de Federico. Uno de los acompañantes de Ruiz Alonso en la detención de Lorca fue Juan Luis Trescastros, esposo de una prima del poeta, quien estuvo tiempo jactándose de haberle "pegado dos tiros en el culo por maricón".  


                                         La mirada oscura y lánguida de Federico


     En esta teoría, Ruiz Alonso no estaría al tanto de las rencillas entre los García-Lorca y los Roldán y habría sido manipulado para efectuar la detención que, por otra parte, le agradó por tratarse Lorca de un personaje famoso, situación que le propiciaría protagonismo. La figura escondida en esta hipótesis sería Nicolás Velasco Simarro, nombrado por el nuevo gobernador Valdés, secretario particular, aunque en aquellos días pudiera ser "de facto gobernador civil" al tomar decisiones fundamentales y duras, compartiendo una importante cercanía con la familia Roldán.
     Ruiz Alonso fue padre de tres estupendas actrices del cine español; Elisa Montes, Terele Pavez y la grandiosa e inolvidable Emma Penella. A la muerte de esta última en 2007, se publicó una carta donde ella misma narra la confesión de su padre sobre la muerte de Lorca; Miguel Rosales informó a Ruiz Alonso que el poeta se encontraba en su casa. El objetivo no consistía en matarle sino asustarle para revelar el escondite de su amigo el escritor Fernando de Los Ríos, un activista verdaderamente "rojo". Antes de manchar la figura de Miguel Rosales, hay que decir que no hay nada contrastado, no existe la seguridad de que Ruiz Alonso contará la verdad a su hija Emma y, en cambio, tenemos la certeza de que incurrió en contradicciones y no contó toda la verdad en las diferentes entrevistas que concedió. En la serie de Bardem-Gibson, el comportamiento de Miguel fue el que contó al investigador Penón, ayudando al poeta en todo lo que pudo. La novela "El Silencio de los Rosales" de Gerardo Rosales, señala que Antonio Rosales, al ser interrogado por un militar que ya sabía el paradero de Lorca, acabó confesando sin más opciones, puesto que sólo deseaban confirmar la información, pero tampoco hay pruebas de esta teoría. La versión de Gibson en la miniserie apunta a la hermana de Lorca quien, viendo cómo se llevaban a su padre detenido, confesó el escondite de su hermano para salvar al patriarca. 
     Nada de esto puede enturbiar el comportamiento irreprochable de la familia Rosales, que acabó comprometiendo la figura de Pepe y Luis, en especial para este último, a punto de ser fusilado por esconder a un "rojo". Luis, con pesar en su corazón, cargó con habladurías durante muchos años. Afortunadamente, su figura en vida fue rehabilitada y alcanzaría enormes cotas de prestigio en su obra literaria. En una entrevista televisiva, Luis Rosales, con la voz quebrada y golpeando la mesa, sentenciaría; "Yo sentí enormemente la muerte de Federico, palabra de honor. Lo mejor hubiera sido morir con él". 


                                                                Luis Rosales
                                              
     No todos los intelectuales homosexuales o escritores de izquierdas fueron fusilados. Y no pocos escritores de derechas fueron asesinados, como Muñoz Seca o Maeztu. La homosexualidad de Federico y su simpatía republicana pudieron ser sólo alicientes o condimentos a una masa de rencillas y ajustes de cuentas personales sin relación con la política, (aunque sin descartar ésta totalmente) sumados a una concatenación de hechos fatales. Aún queda mucho por investigar para desentrañar el trágico final de Lorca.
    Desde un punto de vista puramente personal, intento, cada vez que leo una nueva teoría, ver los puntos en común con las anteriores y compruebo que Federico, en aquellos últimos días, tomó decisiones lógicas que le llevaron a la muerte y decisiones erróneas que le condujeron igualmente a la muerte. Una concatenación fatal para un elegido por los más altos e inefables designios, convirtiéndose en mito permanente, brillando como camino y guía del genio artístico, por encima de cualquier bandera. 
              
Tema de Piano sobre la amistad de Lorca, Buñuel y Dalí 
Composición; Cristián Sandre



LA MINISERIE "LORCA, MUERTE DE UN POETA"

                                                Nicholas Grace como Lorca


     En manos del prestigioso director Juan Antonio Bardem, TVE estrenó en 1987 una ambiciosa producción sobre la emblemática figura literaria de Federico García-Lorca. Hasta entonces, la filmografía española se hallaba exangüe sobre el delicado tema de la muerte del granadino. 
     Por aquel tiempo, la documentación e investigación de la muerte de Lorca no estaba tan avanzada como 30 años después, pero el resultado es fidedigno y extenso en proporción a la información de entonces. El propio Ian Gibson, biógrafo oficial de Lorca, es el co-guionista de la serie, junto a Bardem y Mario Camus. La elección de Juan Antonio Bardem como director pudiera levantar suspicacias debido a su compromiso político con el comunismo, que ya dejara claro y sin ambigüedades en su film El Puente (1977) con Alfredo Landa. Pero el resultado es un film seriado de una gran objetividad, de corte historicista y por el bando nacional desfilan personajes diferentes de rasgos positivos o negativos según su relación con la muerte del poeta. Bardem comentó que estaba empezando a interesarse por el historicismo y la representación más objetiva posible de los hechos acontecidos. Un giro en su carrera muy estimable y valiente.
     La serie es un docudrama que alterna narrativa típica de un documental con voz en off y escenas dramatizadas de alto valor artístico.  Se trata de un trabajo extenso que abarca la vida entera del poeta desde su infancia hasta su muerte. El último episodio, el sexto, se centra en la muerte y posee una duración de hora y media y un tratamiento más cinematográfico, al extremo de comercializarse como un DVD en formato película separado de los demás capítulos. Si toda la serie es notable, el último episodio resulta sobresaliente en su tensión y emotividad y fue este capítulo el que consiguió ganar el premio internacional de la crítica de Montecarlo. 

                                                 Jesús Alcaide como Pepín Bello

     Uno de los puntos fuertes de la mini serie, radica en la ambientación y recreación de personajes históricos, tratando con rigor hasta el más mínimo parecido entre actores y personajes reales. La caracterización y vestuario son magnificos. El reparto es monumental y se pueden encontrar actores de prestigio desfilando en papeles muy secundarios como María Luisa Ponte, Lola Gaos, Germán Cobos, Núria Espert, Manuel Zarzo, Josep Maria Pou, Eduardo Calvo o Lina Canalejas entre otros muchos (reseñar la breve aparición con el pelo teñido de negro de una bellísima Rosalía Dans, mito erótico en mi niñez). Mientras, otros papeles más desarrollados son incorporados, inesperadamente, por actores menos conocidos pero con estupendos resultados como Fernando Chinarro interpretando al padre de Lorca y un inconmensurable Luis Hostalot como Pepiniqui Rosales.


                           Jose Manuel Cervino es Valdés y Luis Hostalot como Pepiniqui Rosales


     En los actores más conocidos para el público popular que interpretan roles largos, se puede encontrar a Tito Valverde como Buñuel (algo pasado a mi juicio cuando corre por los jardines y hace combinaciones de boxeo, pero excelente en la escena que da su opinión a Lorca sobre el Romancero), Ángel de Andrés López representando al encausador de Lorca, Ramón Ruiz Alonso, con su habitual sobriedad y un excelso José Manuel Cervino como el Comandante Valdés. 
    Sorprende que TVE apostara para el personaje principal por el actor británico Nicholas Grace, entonces en su mejor momento de fama por su papel, secundario pero afamado, de Anthony Blanche en la serie Retorno a Brishead. Señalar que al margen de las notables aptitudes interpretativas de Grace, su fichaje por TVE formaba parte de un plan para conseguir distribuir la serie en Inglaterra y EEUU. El actor inglés, a pesar de poseer un buen nivel de español, fue doblado por la reconocida voz de Javier Dotú.
    En el apartado técnico Bardem realiza, desde mi punto de vista, su mejor planificación. La cámara gira elegante a través de los jardines en tomas a dos mientras Lorca lee un poema a Juan Ramón Jiménez, pero sabe también aguantar el plano cuando la mirada de Lorca se pierde presintiendo su final. En la escena del enfrentamiento entre Pepiniqui y Valdés,  la cámara vibra acompañando el movimiento de los actores para dar viveza y acción. Algunas escenas más complicadas como la toma de Granada se opta por un angulo cenital algo Hitchckoniano, tratando de mantener una mirada lejana y objetiva. 
    Un ejemplo del tratamiento cinemátográfico de Bardem; en la vida real la opinión sobre el Romancero Gitano de Buñuel a Lorca es por medio de carta y, si no recuerdo mal, primero dirigida a Pepín Bello, aunque tarde o temprano llegará a oídos de Lorca por el propio Buñuel que no se mordía la lengua a la hora de opinar. En la serie se adapta la situación a una escena conocida de la realidad; la foto que se hicieron en la verbena de la Florida con Buñuel y Lorca pilotando un avión en aquellos decorados de cartón para ser fotografiados. Se supone que vienen de allí y están algo bebidos, sobre todo Buñuel, quien le explica palabra por palabra a Lorca lo que en la realidad no ficticia escribió a Pepín Bello por carta. Quizás no sea el hecho histórico exacto, pero no lo corrompe pues, verdaderamente, es la opinión de Buñuel en toda su literalidad y Bardem, Camus y Gibson lo convierten en cinematográfico con Lorca sentado en un banco y Buñuel andando alrededor con gorro de fiesta (estupendo Tito Valverde en esa escena, tras otras no tan afortunadas). 
    La fotografía de Hans Burmann rodada en película cinematográfica es límpida, cristalina y saturada en los exteriores; las tomas del cielo de Cadaqués, cuando Dalí y Lorca viven sus vacaciones, son de un azul bellísimo; siendo más oscura y de contraste en los interiores, en especial en el agobiante último capítulo.


                                            Fernando Lopez Veloso como Salvador Dalí
     
     Como he señalado con anterioridad, la ambientación y caracterización son uno de los puntos fuertes de la producción. Un ejemplo es la llegada de Salvador Dalí a la Residencia de Estudiantes acompañado de su padre y hermana. La efigie del padre de Dalí, su corpulencia, su ropa, al igual que la vestimenta de Dalí o de todos los estudiantes que se ríen de la demimonónica moda del pintor es tal y como la hemos visto siempre en las viejas fotos. Al margen de pelucas o apósitos, muchos actores llevan parte del pelo rapado para simular entradas aún siendo personajes secundarios escasamente conocidos por el publico, lo cual es ejemplo de dedicación. 
     No menos perfeccionista es la interpretación de Nicholas Grace; al enterarse de que Lorca tenía los pies planos y "torpes andares" (según propias palabras del poeta) fue ensayando, sin que nadie se lo pidiera, ese andar lorquiano imperfecto y extraño. El actor inglés consideraba este trabajo el más importante de su carrera desde Retorno a Brishead y declaró "Me interesa del poeta su vida en conflicto y esa aparente contradicción que hacía que su faceta pública fuese muy sonriente y escondiese otra privada más oscura". Bien observado, en el film Little Ashes (Paul Morrison, 2008), se guioniza a un Lorca (interpretado por Javier Beltrán) continuamente circunspecto, lacónico y melancólico. Lorca tenía momentos así, pero la mayoría de las veces estaba con gente y entonces se mostraba como un ser en extremo sociable y jovial. Grace, curiosamente, se declaró admirador del libro biográfico de Buñuel, Mi Último Suspiro y le interesaba el retrato que de Lorca hiciera el cineasta aragonés y su lucha interior hacia la homosexualidad de Lorca.
Otro dato a tener en cuenta es que Grace iba a cumplir 38 años al final de la serie, justo la edad que tenía Lorca cuando fue ejecutado. Quizás su parecido físico con Lorca no sea excesivo pero supo, a medida que iba progresando la serie, captar su alma y personalidad.


                             Nicholas Grace interpreta a un Lorca conmovedor en el último episodio

     Gibson y Lorca se mostraron entusiasmados con la interpretación de Grace. Sus últimas escenas con unos convincentes Antonio Iranzo, Mario Pardo y Francisco Jarque, como sus compañeros de destino, son conmovedoras.
     Como única nota negativa, desde mi humilde opinión, es que el personaje de Lorca se muestra casi seráfico, un santo. Se le retiran los defectos que padeciera. No aparecen por ninguna parte los ataques de celos y envidia que Federico sufría cuando alguien brillaba (en general, Albertí le traía de cabeza). Ni las contestaciones a veces duras o su miedo letal a lo físico; escondiéndose de las peleas o debajo del piano cuando sonaban las bombas, todo comprensiblemente humano. Pienso que ninguna persona es perfecta y ocultar estas imperfecciones es ir en contra de la idiosincrasia del personaje real, pues le arrebatas al personaje parte de su singularidad restando verosimilitud tanto histórica como cinematográfica. Sin embargo, no hay ambages en mostrar toda la dureza de Buñuel y omitir como éste hizo las paces con Lorca y le aconsejó que no fuera a Granada al empezar la guerra.
     En general me parece un trabajo fílmico sobresaliente; una de las mejores series jamás realizadas por TVE (y son muchas y soberbias las que tuvo el ente ahora en decadencia). Recomendable desde todos los puntos de vista; didáctica, artística y entretenida. Posee más cinematografía que la mayor parte de los films en circulación actuales. 
    Yo la vi de estreno en mi infancia y ya me conmovió entonces y con los años mi entusiasmo no ha hecho más que crecer.


Cristián Sandre, 25/11/2018







Design by: WPYAG
Blogger Template by Anshul | Funny Pictures.